jueves, 12 de marzo de 2015

Sueño, 12 de marzo



Un día me entro la sensatez de investigar los requisitos necesarios para realizar un viaje a Indonesia. Afortunadamente pertenezco a uno de los países que desde el 2011 tienen la ventaja de recibir la visa al llegar al país, con el módico pago de 25 dólares americanos. El vuelo por otro lado tiene un precio que salta entre 25 mil pesos a 50 mil dependiendo del día, vuelo redondo. Esa noche, antes de dormir, busqué imágenes de Indonesia y de su cultura, con esas imágenes coloridas y desconocidas me quede dormida.
Mi sueño comienza en un puesto de comida, en una ciudad con un tono oriental. Me preparaban una bola de arroz con carne, con un cubo muy fino color verde sobre él y recuerdo que hasta me preguntaron si le quería agregar salami. En éste puesto que estaba frente a una de las calles principales (lo asumo por el movimiento tan fluido de peatones que manejaba, aún siendo una calle muy angosta) se presentó ante mí un hombre cuyos rasgos no pude identificar bien, pero sentí que era mi amigo. Lo seguí sin haber probado un bocado de ese manjar de ensueño. Caminamos por la calle, la cual subía y, a lo lejos, se podía distinguir una casa más grande y elegante que el resto, nosotros no íbamos hacia ese lugar, sólo caminábamos sin rumbo. Mi amigo me explico que era muy común encontrarme personas que me quisieran ayudar, normalmente nos rodeamos de personas bondadosas.
-Pero no pienses en hablar con los supremos, ellos no te van a dirigir la palabra y es probable que te hagan algo malo sin pensarlo.
En ese momento, de la casa superior, sale un hombre con un extravagante vestido, pantalón blanco, playera blanca, con decoraciones color rojo que recorrían el pantalón y la playera y salían de su ropa por medio de finos cables. Todo su conjunto lo hacía parecer una deidad.  El hombre pasó a nuestro lado sin vernos y siguió su camino como si fuera el dueño del lugar (probablemente lo era). Mi amigo me explico que las personas que pueden entrar a esa casa toman un agua especial, el agua más pura de la tierra. Me contó historias sobre cómo esa agua mágica elevaba a aquellos que la tomaran y estaba prohibida para muchos.
Medite sobre aquello un largo rato y seguí recorriendo la ciudad, todas las calles se veían iguales, y en la cima se observaba siempre la misma casa. El deseo por probar esa agua se apoderó de mí. Por esto, deje de alimentarme y de ingerir cualquier líquido, me estaba matando de hambre y si no era eso, sería deshidratación. Lo único que iba a aceptar era ese líquido mágico. En un momento, mientras me tambaleaba débilmente por la calle, me encontró mi amigo y yo perdí el conocimiento. Mi amigo me llevo en sus brazos hacia la casa de la cima y me dejo en el marco de la puerta. Cuando una mujer se acerco para abrir la puerta, sentí una inmensa energía y entre con gran velocidad a la vivienda. Limpié rápidamente todas las habitaciones que encontré. Cuando toda la casa (la cual no se veía elegante, parecía cualquier casa con un estilo oriental, ni siquiera tenía muebles) quedo reluciente, caí sobre el suelo, de nuevo sin energía. La mujer se acerco a mí, y dejó un recipiente lleno de agua color azul índigo. Con debilidad acerque mis manos en posición de cucharon al agua, levante un poco y le di un trago. 


Nada pasó. Nada había cambiado, sentí como el agua era tan ordinaria como cualquiera, o tan mágica como cualquier otra. Yo no me sentía diferente, seguía sintiéndome agotada, mis manos ardían por la limpieza tan ardua que había realizado. Deje caer mis manos sobre el agua y sentí su  frescura. Con las manos hundidas en el agua, desperté de mi sueño.